LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR AQUELLOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO.

PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

viernes, 21 de diciembre de 2007

VIERNES, 21-12-2007 (FELIZ, FELIZ, FELIZ NAVIDAAAAD!!!!!!)


Bueno, amigos y amigas, desconocidos y desconocidas: solo deciros que os deseo una muy feliz Navidad! Ya sé que suena típico pero es lo que hay que hacer en estas fechas, así que lo siento si es repetitivo... porque luego habrá que felicitar el año y ahí tampoco hay margen para mucha innovación.

Además, tened en cuenta que esta noche es la cena de empresa y ahora mismo tengo los nervios a flor de piel por lo que pudiera (o no, ya veremos) pasar con cierta persona que me ha robado el corazón. Estoy lista: vestidor matador, depilada, teñida y más o menos peinada, perfumada y maquillada. Ahora sólo falta que se alineen los planetas, que se dé cuenta de lo increíblemente feliz que sería conmigo (según mi modesta opinión) y decida hacerme, de esa manera, feliz a mí también. A ver, se os ocurre mejor manera de empezar la Navidad y el año nuevo que estar con la persona que, como mínimo, te gusta a rabiar? Pues entonces cruzad los dedos por mí, por favor!!!! Prometo contaros lo que pase, aunque no sea todo lo bueno que yo quisiera.

Besos a todos y gracias por estar ahí! Ser una paranoica no es divertido si no puedes compartirlo con alguien, jejeje...

Mjo

jueves, 20 de diciembre de 2007

MIERCOLES, 19-12-07 (Si te dicen que caí...)

En qué momento los cambios llegan? ¿Y qué los produce? ¿Quién tiene el secreto para conocer las emociones ajenas? ¿Vemos lo que queremos ver o es que realmente lo que queremos ver es lo que estamos viendo? ¿En qué momento los sueños dejan de serlo para convertirse en una posible realidad? ¿Y cómo perder el miedo a que eso que deseas pase? Y sobre todo, si lo que quieres que pase no sucede... ¿cómo superar la decepción? En la vida y el amor ¿hay un antes y un después de un simple café?

Esta semana está siendo increíble. De hecho, todo lo que ha venido después del jueves pasado está siendo increíble. Yo estoy contenta, me paso el día sonriendo, recibiendo señales que me hacen pensar que las cosas van por el camino que quiero y, al mismo tiempo, temiendo una decepción de las que hacen historia. Dani anda por el mundo como si supiera un secreto que le hace feliz, reparte sonrisas y alegría por todas partes y a todas horas, me cuenta cosas, me hace bromas, me ayuda cuando lo necesito... Me pone en las estrellas cada vez que se acerca o me mira o me habla, algo cálido me llena cuando le oigo decir mi nombre, me hace soñar y desear y esperar cosas que quizás no ocurran... Dios mío, no sé cómo explicarlo sin sonar todavía más tonta de lo que ya parezco. ¿Es cierto que el amor nos vuelve idiotas? En mi caso, así lo parece. El jueves por la tarde me llamó Juanma, reclamando el que le dijera que habíamos quedado en ir a comer y luego no le llamara para quedar ¡y me dió igual! En otra época, no hace tanto tiempo, esa frase me habría puesto en órbita sin necesidad de motor a propulsión. Y ahora ¡no me importa ni lo más mínimo! Llegar al trabajo por las mañanas es una especie de aventura, no sé por dónde va a ir el día pero sé que él va a estar ahí y todo parece funcionar mejor. Es una locura! Pero es una locura maravillosa... No sé, no recuerdo ningún momento tan... tan... tan no sé cómo describirlo. ¿Feliz? Y qué sé yo de la felicidad, si hasta hoy no creo haberla sentido nunca. ¿Completa? No, siempre he pensado que me faltan algunas piezas para completar mi puzzle particular. ¿Especial? Decididamente, no. ¿Os fijais? A mí, que hablo por los codos y escribo como si en ello me fuera la vida, no me sale la palabra justa que describa mi estado de ánimo. Esto es alucinante...

El viernes es la cena de Navidad de la empresa y yo casi no hago otra cosa más que contar las horas que todavía quedan. Ya sé que vuelvo a poner plazos; primero el regreso de las vacaciones de verano, para saber si realmente me gustaba o sólo era un capricho pasajero; luego, el viaje a Cheste que al final se fue al garete y me hizo pensar que debía dejarlo todo a un lado; y ahora, esas horas que, quién sabe por qué absurda razón, me parecen que van a ser importantes. Hace un año, Dani no era más que un compañero de trabajo que me caía bien y con el que tenía una buena relación. Ahora, es todo lo que quiero para Navidad. Si tuviera que escribir una carta a los Reyes Magos, o mejor a Papa Noel que viene antes, él sería lo primero de mi lista. No espero nada y al mismo tiempo, lo espero todo. Sé que puede ser que jamás pase nada entre los dos, es una posibilidad que jamás pierdo de vista, ni siquiera cuando estoy tirada en la cama y construyo mis castillos en el aire. Pero también sé que podría pasar, que quizás pasará y entonces hasta el aire que me rodea cambia. No, no os asusteis que tampoco ando por ahí subida en una nube de color de rosa. Tendría que haber cambiado mucho más de lo que creo haberlo hecho. Pero sí que debo reconocer que veo las cosas de otra manera. Sé que puedo no tener nada, pero también sé que me merezco que me pase algo bueno por una vez por todas. Treinta y seis años de decepciones tienen que llevarme a algo más que una nueva desilusión, porras!!!!!

mjo

viernes, 14 de diciembre de 2007

VIERNES, 14-12-07 (La historia de María/6)

La odisea empezó entonces. En su casa nunca había sobrado el dinero pero a partir de aquel momento las cosas empezaron a ir de mal en peor. No había trabajo, en el pueblo todo el mundo sabía que José había estado en la cárcel y, en voz baja, empezaron a llamarle rojo. Encarna cada vez recibía menos encargos de costura y apenas la llamaban del cortijo para que ayudara en la cocina y a María, simplemente, un día le dijeron que no volviera. Igual hicieron con Francisco; su puesto lo ocupó el sobrino del capataz, un tipo medio tonto que en poco tiempo consiguió que la piara de cerdos enfermara y que la mitad de los animales murieran. Por lo visto, los llevaba a una cañada que no estaba lejos de las tierras del señorito y el pozo en el que bebían estaba contaminado. Todo el mundo lo sabía, pero él andaba mirando las nubes y no se enteró. A Francisco eso no le habría pasado jamás pero ni por esas le devolvieron el trabajo.

- Mi madre fue donde mi abuela, a pedirle ayuda. No quería dinero, sólo que cuidara de los más pequeños mientras los demás buscábamos cómo salir del pozo pero ella se desentendió de todos nosotros. Qué mala mujer, Alex, Dios la tenga donde menos le moleste...

Aquel verano del año treinta y cuatro habían recibido la visita de Roberto, un tío de José que hacía años había emigrado a Cataluña en busca de trabajo y una vida mejor. Contaba maravillas aunque no dejaba de reconocer que al principio las cosas fueron muy difíciles. Eran extraños para la gente del pueblo en el que aterrizaron, les miraban raro por su acento, que provocaba risas, y les costó un poco adaptarse. Sin embargo, a la que la gente descubrió que eran de buena pasta, todos los recelos desaparecieron. Roberto trabajaba en una viña desde hacía cuatro o cinco años, tenía una casa decente y hasta un huertecillo donde plantar sus tomates y lechugas.


- Vente conmigo, sobrino, que allí no te va a faltar trabajo, yo hablo con el encargado de las viñas para que te busque un sitio- le dijo a José pocos días antes de irse. - Es duro, pero si respondes a lo que esperan de ti te pagan bien y con nosotros no te va a faltar de nada. Olvídate de lo que hay aquí, qué tienes si no miseria... Mira a Encarna, mira a tus hijos; Aquí no tienes amigos, te miran de reojo porque ya no se fían de ti, eres un rojo, eres una bomba a punto de estallar. No les debes nada a ellos, tienes que cuidar de tu familia tú solo, ya ves que no puedes contar con nadie más...

José le prometió que lo pensaría, pero tenía miedo de dar ese paso. Pensaba en que no podía arrancarlos a todos del único hogar que conocían y arrastrarlos detrás suyo a un futuro incierto; si las cosas salían mal ¿qué iban a hacer entonces? Se pasó muchas horas sin dormir, dando vueltas a la misma historia una y otra vez, buscando soluciones que en ningún caso se parecían satisfactorias. Encarna no decía nada pero le veía arrastrarse de un sitio a otro, sin apenas comer, suspirando mucho y mirando al cielo como si esperara una revelación divina. Le partía el alma verle así pero por más que se estrujaba el cerebro no encontraba las palabras que buscaba. Dos días antes de que Roberto volviera a su pequeño pueblo perdido, éste se presentó por sorpresa en la casa. Llevaba un pan recién horneado, algunas patatas nuevas, lentejas y un chorizo.

- Que ya sabéis que me voy de aquí a nada, y esto no lo vamos a gastar antes de irnos. -dijo, mientras dejaba sus presentes encima de la mesa.- A vosotros os hará mejor servicio que a mí. ¡Y a ver si te engordas un poquillo, chiquilla, que se te va a llevar el viento!

- Gracias, tío, pero no tenías que molestarte. A ver si os va a hacer falta para el viaje, hombre... - Ante la negativa de Roberto, Encarna sonrió, secándose las manos en el delantal remendado y descolorido. Los niños iban a dar saltos cuando vieran el potaje que les iba a poner delante de los ojos para cenar. - ¿Te quedarás a cenar? Así podrás despedirte de todos, que ya sabes que los niños te quieren mucho.

- No, sólo he venido para traerte esas cosillas. - El hombre se sentó en una vieja silla y se secó el sudor de la frente con un pañuelo que había conocido mejores épocas. Encarna le trajo un vaso de agua bien fría, recién sacada del pozo, y se la bebió con muchas ganas.- Vaya agua que tiene ese pozo, me extraña que no te lo hayan quitado todavía. Es mucho más buena que la que hay en el cortijo, no dejes que se entere el señorito porque tendrás que cocer las lentejas con vino. Mala gente, sí señor, muy mala gente. Ven aquí, Encarnita, que tengo que hablar contigo.

Encarna ya se imaginaba de qué quería hablar; al final, y después de mucho batallar, había conseguido que José le dijera qué le rondaba por la cabeza. En un principio se negó siquiera a plantearse la posibilidad de irse a allí, el pueblo en el que había nacido y del cual no había salido jamás, el sitio en el que quería morir y ser enterrada junto a su padre, que murió siendo ella muy chica pero al que recordaba como una presencia benéfica que compensaba la dureza de su madre. Qué había más allá del campo, del camino que salía de la plaza, de la curva en la que su vista se perdía... Tenía miedo; miedo a irse, miedo a quedarse, miedo a tener que volver con el rabo entre las piernas y el orgullo maltrecho. Y aún así, se sentó en el borde de una silla con la anea medio rota, coja de una pata porque María la había volcado en uno de sus ataques de rabia y José no había podido arreglarla bien. Retorciendo el delantal con las manos rojas y agrietadas, la boca cerrada en una línea firme y los ojos completamente abiertos, supo que su futuro se decidiría antes de darse cuenta, sin que pudiera abrir la boca para decir nada en contra porque el aire, de repente, le faltaba.

- Seguro que mi José ya te ha dicho lo que le propuse hace unos días, siempre te lo cuenta todo o casi todo. - Encarna asintió levemente. El sol entraba por la puerta que habían dejado abierta y calentaba la estancia pero ella sentía frío, un frío desconocido que le agarrotaba la espalda y le helaba el corazón.- ¿Y a ti qué te parece, morena? Ya sé que él no va a hacer nada si tú no quieres, así que te lo pregunto a ti: ¿tú quieres irte para intentar, al menos, sobrevivir, o quieres quedarte en este agujero esperando que la suerte te cambie aún sabiendo que no lo va a hacer?

Encarna miró por la puerta. El silencio se hizo dueño del momento, roto únicamente por el canto de las cigarras del campo. Era otro día más de sequía, de vacíos, de malos presagios, de saber que llegaría la noche y, por esa vez, podría poner comida en la mesa pero al día siguiente ¿qué? Otra caminata de José hasta el cortijo, mendigando la faena que merecía, que se había ganado después de tantos años de fiel servicio; María, que se marcharía al despuntar la luz para espigar hasta que oscureciera; Francisco a cargar piedras en la cantera hasta que los huesos le dolieran con cada suspiro... Los pequeños, que correteaban tranquilos por la plaza del pueblo, llegarían con la cara manchada de polvo y las rodillas en carne viva de tanto caerse. Se miró las manos estropeadas, envejecidas, y sintió que el peso de su vida la ahogaba.

- Quiero irme, quiero vivir. - Dijo, en un hilo de voz.- Quiero que mis hijos coman todos los días y no sólo de vez en cuando, quiero comprarles zapatos y pantalones y camisas cuando les haga falta y no aprovecharlo todo hasta que se caen en guiñapos. Quiero que José sonría como antes, cuando le conocí y la vida era maravillosa y me despertaba con besos todas las mañanas, en verano y en invierno. Quiero... Quiero irme, tío, quiero irme de aquí. Nos vamos contigo, mañana o pasado o la semana que viene, pero nos vamos de aquí.

Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando, que sus lágrimas caían sobre el delantal y su tío asentía con una sonrisa en los labios. Ella también sonrió, libre por fin del peso de una tristeza que hasta entonces no había reconocido pero que la ataba de pies y manos.

- Esta es mi morena, ya sabía yo que lo harías. - Roberto dio una palmada en la mesa, haciendo volcar el vaso vacío, y se puso de pie.- Ya veo que no hay mucho que recoger así que estaréis listos para irnos en dos o tres días. No hay tiempo que perder, yo cojo los billetes del tren para todos. El jueves por la mañana nos vamos, todos juntos. Mi Dolores se va a poner más contenta...
Abrazó a Encarna y se despidió. Ella se quedó en la puerta, mirando el camino, con el corazón ligero por primera vez en mucho tiempo. Después entró en la casa y empezó a pelar patatas, llenó una olla con agua del pozo y la puso a calentar. Sin darse cuenta, cantaba bajito.

mjo


JUEVES, 13-12-07 (Un café y muchas sonrisas)


Tengo la teoría de que las cosas que mejor salen son las que no se planean. Al menos, esa es mi experiencia personal y hoy he vuelto a reafirmarla. Después del planchón de la semana pasada, y siendo consciente que yo también tuve parte de culpa por verlo todo más que negro, las cosas han ido volviendo poco a poco a la normalidad. Sólo fue necesario que llegara el lunes y pasara algunas horas en la tienda para sentir de nuevo que lo que siento es más fuerte que yo. Y no hay mucho que yo pueda hacer... porque no puedo enviarle de misión diplomática a vencerle motos a los esquimales, ¿verdad? Con el problema del cambio climático, que está ahí aunque algunos se empeñen en ignorarlo o disminuir su importancia, eso sería una locura.

Así ha ido pasando la semana, con conversaciones sin demasiada profundidad sobre el trabajo, qué va a hacer estas Navidades (se va a Bellver a pasar todas las fiestas con un grupo de amigos) y poca cosa más. Hasta hoy... más concretamente hasta este mediodía. Como casi cada día últimamente, he ido a comer con Pepi al italiano. Davide sigue estando encantador pero de alguna manera parece que ha perdido parte de su efecto en mí. Lo siento Noe, ya sé que tú quieres que me centre en él pero hija, es que no me sale! Dani y Jordi se han quedado montando motos en el almacen, igual que hacen en las últimas semanas. Después de comer, he vuelto a la tienda y me he sentado delante del ordenador sin molestarme en encender las luces. Al cabo de unos cinco o diez minutos, Dani ha entrado y por lo visto no se ha dado cuenta de que estaba yo allí. Le he saludado... Bueno, os voy a reproducir cómo ha ido la conversación más o menos:

YO: Hola!
EL: Hombre!!! Qué haces aquí?
YO: Intentando no dormirme... (y era cierto; después de comer me entra una modorra...)
EL: Haces bien... Por qué no te vienes y te tomas un café mientras nosotros comemos?
YO: (dudando durante un segundo porque acababa de tomarme uno) Pues mira, no te digo que no.
EL: Vale, pues vamos tirando y te esperamos allí. No cierro con llave ni nada...
YO: (al borde del ataque de nervios, claro!) Ok, ahora voy.


Se ha ido, yo he enviado uno o dos mailes histéricos, he ido al lavabo y me he largado de allí respirando hondo, rogando en lo más profundo que no me entrara la histeria ni lo estropeara todo. He llegado al bar, estaban sentados, metidos en la terrible faena de dar cuenta de dos bocatas de lomo con queso (o algo así, yo qué sé!) y me he sentado al lado de Dani como si fuera la cosa más natural del mundo. No quisiera faltar a la verdad, quizás sería necesario que un espectador ajeno lo certificara, pero creo que ha ido todo sobre ruedas. Jordi es un tío encantador y sobre Dani no voy a decir nada que no haya dicho ya. Hemos hablado, hemos hecho bromas... No sé, me sentía cómoda, tan diferente a la semana pasada que casi cuesta creer que sea cierto. A la hora de irnos, ellos han pagado, Dani no me ha dejado pagar mi café, y hemos acompañado a Jordi hasta la puerta del taller. Y justo entonces, cuando ya nos despedíamos, he creído (leer bien: CREÍDO) ver que Jordi le echaba una mirada a Dani como si le quisiera decir algo sin que yo me enterara. Es difícil explicarlo sin el gesto, espero que lo entendais. Ha sido como si le dijera "venga, que os vais los dos" o una cosa por el estilo. Repito: he creído verlo, quizás no sea verdad, pero...

Y la tarde que ha seguido ya ha sido la guinda de mi particular pastel. Oscar estaba en una reunión de fábrica y ha venido casi a las siete. Como mañana tenemos visita de alguien que también viene de fábrica a controlar vaya usted a saber el qué, había que poner la tienda un poco en condiciones. Ya os he dicho que cuando estamos solos, el ambiente es totalmente distinto, pero es que esta tarde ha sido increíble. Sonrisas a diestro y siniestro, comentarios, bromitas... Cuando ha acabado de colocar una SH de cada color que hay en el mercado, me pregunta qué me parece y le digo "hombre, la marrón habría que ponerla al principio o al final de la fila; todas con el asiento gris y esa en medio, con el marrón ese, queda como un pegote...". Me contesta, con cara de cachondeo: "y me lo dices ahora?", y acto y seguido empieza a moverlas todas para dejarlas como yo le había dicho. Ese detalle tan idiota y sin sentido para casi todo el mundo, a mí me ha encantado!!!!! Y ha seguido con la misma tónica. Me costaba creer que realmente estuviera pasando eso, que en realidad es nada pero para mí es mucho!!!! Luego, cuando Oscar ha vuelto, han estado repasando cómo estaban las cosas, han llegado a la hilera de las SH y creo que le ha hecho un comentario sobre la marrón. He oído que Dani le decía que primero las había puesto de una manera y que alguien le había dicho que mejor las cambiaba para que quedaran mejor, he levantado la vista de la pantalla del ordenador y me estaba mirando. La sonrisa que me ha lanzado ha sido... bueno, creo que me he puesto como un tomate mientras dentro de mí sentía todo el calor del mundo! Para seguirle la broma, he hecho como si me escondiera detrás de una factura y él me ha dicho "No te escondas, no!" y ha sido casi casi perfecto.

Puesto sobre papel, en palabras, suena distinto pero lo que yo he sentido ha sido... fantástico, casi mágico por inesperado, sorprendente! Sé que los que leais esto y me conozcais, pensareis que estoy como una cabra, que no veo más que lo que quiero ver pero no es así. Son tan pocas las alegrías que te da la vida, y hoy no ha sido precisamente un día maravilloso (hasta ese momento "café"), que me da igual todo. Lo guardo en un rinconcito de mi memoria, ha sido divertido, me ha sentado bien, y eso es lo que en el fondo importa. Ya vendrán tiempos peores, pero hasta entonces ¡disfrutaré del momento!
Mjo

lunes, 10 de diciembre de 2007

JUEVES. 6-12-07 (La rubia de marras)

Una mala cita, una mala cita multitudinaria debería abrirme los ojos y ver más allá de esos minutos? Fue un aviso de lo que podría ser o simplemente fue eso: una mala tarde de la que esperaba demasiado? Joder, no lo sé. A ver si soy capaz de explicarlo y me echais una mano.

El martes Pepi le dijo a Dani que al día siguiente podríamos ir a tomar algo después de salir del trabajo aprovechando que teníamos cuatro días de fiesta por delante. Me pidió permiso primero y ya que una no tenía la tarde perfecta, le dije que por mí genial. Yo no soy capaz de hacerlo, dejemos que alguien lo haga por mí. Dani dijo en un principio que sí si no iba a correr, recibió una... ligera presión para que aceptara y acabó por decir que sí. Me fui a casa encantada de la vida. Ibamos a salir, rectifico: íbamos a vernos fuera del trabajo para tomar algo y eso me parecía una buena idea, una especie de principio de ese algo que espero. Sin embargo...


Sin embargo, hay que ver qué pronto se estropean las cosas. O quizás somos nosotros los que las estropeamos? Puede una frase dicha en el momento equivocado cerrar las puertas de las ilusiones? Antes de las diez, ya me había enterado de que Dani había cambiado sus planes para esa tarde, con lo cual todo empezó a torcerse incluso antes de empezar. Finalmente cambió de opinión, digamos que le hicieron cambiar de opinión y no fui yo precisamente. Estaba enfadada y desilusionada y no tenía las más mínimas ganas de decirle que por favor fuera aunque sólo durante un ratito. Así que poco antes de las ocho nos reunimos todos en la puerta de la tienda y empezamos a preguntarnos dónde íbamos a ir. Nadie decidía aunque todos hacían sugerencias. Al final fuimos hasta un bar que habíamos visto el día antes pero parecía tan oscuro y poco prometedor que dimos media vuelta y acabamos en el bar del desayuno de cada mañana. Claro que para cuando llegamos allí, yo ya tenía ganas de irme y olvidarme de todo. Cuando decidimos ir al bar, a Dani no se le ocurrió otra cosa más que preguntarse en voz alta si estaría la camarera rubia... y de paso a mí me mandó al limbo de las emociones. En mi cerebro sentí como si las compuertas de mis sentimientos se cerraran a cal y canto, bam!, y empecé a desear no estar allí o, como poco, que quien no estuviera fuera él. Fueron cuantas? Cuatro palabras? Pues sonaron como cuatro losas... Quizás fuera cosa de mi imaginación, que ya sé que me la juega cada dos por tres, pero sentía el ambiente tenso y frío. Todos empezaron a pedir cubatas de vodka y yo acabé por pedirlo también a ver si a fuerza de alcohol se anestesiaban mis sensaciones. Al final la cosa se fue arreglando, empezamos a hablar todos y creo que acabamos por estar cómodos sin excepción. Los chicos incluso acabaron por pagarnos las copas y ese fue un bonito detalle. Pero si me preguntan qué es lo que recuerdo de ese rato, la respuesta es su frase y el mal rato que pasé sin quererlo. Se fueron al cabo de un ratito, el hermano de Dani llevaba rato esperándoles para arreglar una moto en su local, y fue Jordi el primero que dijo de irse... Analizando todo al día siguiente, y que conste que he intentado no hacerlo, supongo que no estuvo tan mal. Dentro de dos semanas es la cena de Navidad de la tienda (uf, otra vez la Navidad, qué pereza...!), se ha... resquebrajado un poquito el hielo y quién sabe lo que podría pasar. Sólo espero poder comportarme con naturalidad, como soy yo realmente, y dejar a un lado todo lo que pueda herirme.

De todas formas, no quería irme a casa con tan mal sabor de boca, así que nos fuimos a cenar al italiano. A mediodía ya habíamos ido, y parece ser que mi "atuendo para matar" sólo le había hecho efecto a Davide, lo cual no me importa ni lo más mínimo, claro. Así que volvimos por allí y no sé si lo vi de verdad o es que el vodka me empezaba a hacer efecto, pero yo diría que se alegró de vernos... Había poca gente, nos estuvo explicando que el domingo cumple 29 años (ay, Dios, yo y los veinteañeros!!!!!), sus viajes por la zona sur de España y fue todo sonrisas, toques en el hombro como por casualidad, miradas y encanto por todas partes. Ya que me había puesto "guapa" (ejem...) decidí que bien valía la pena intentar aprovecharlo. Pedí vino, la pasta estaba buenísima y él nos invitó a un chupito de Limoncelo (Noe, ya sé que no está bien escrito, y me da igual!!!) que acabó de ponerle la guinda a mi desvergüenza etílica. Yo también me transformé en una sonrisa andante, estaba encantada de que al menos alguien se de por enterado de que existo y tenía por delante cuatro días de vacaciones. Nos fuimos a la barra para pagar y nos liamos a hablar mientras yo me sentaba en uno de los taburetes que tienen. No sé ni cómo vino ni por qué, a esas alturas ya estaba un poco mareada, pero de repente Davide me dijo "¿y tú dónde vas hoy tan provocativa?", provocándome un bloqueo mental, un subidón de calor de mucho cuidado y decirle "no voy provocativa, voy normal!", con lo cual él sonrió y dijo simplemente que no. Nos despedimos con dos besos y no sé si es cierto o bien influyó el coctel explosivo que llevaba en el cuerpo, pero yo diría que cuando me pasó el brazo por la cintura y yo hice lo mismo... nos acercamos demasiado y así nos quedamos durante un segundo más de lo necesario. Pero no me hagais caso, igual fui yo la que se cogió con más ganas o, simplemente, fue una ilusión etílica. Sea como sea, sabe que existo y con eso ya me conformo... por ahora. Eso sí, recuerdo perfectamente el sueño que tuve esa noche. No lo voy a contar, es demasiado indecente, pero conformaros con el hecho de que como el chico esté de bien en la vida real como lo estaba en mi sueño y sea capaz de hacer ciertas cosas con tanta habilidad... mamma mía!!!!!

Me voy a dormir, tengo sueño y estoy cansada aunque hoy no he hecho absolutamente nada de nada. Qué día más perro, por favor...

Mjo