LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR AQUELLOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO.

PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

sábado, 27 de septiembre de 2008

SABADO, 27-09-08 (Adios a los ojos azules)

El actor, guionista, director y productor estadounidense Paul Newman ha fallecido hoy a los 83 años a causa de un cáncer de pulmón. Esta estrella de Hollywood de penetrantes ojos azules había abandonado el hospital en el que se encontraba ingresado, para pasar sus últimos días junto a su familia.

Newman, que nació el 26 de enero 1925, y se convirtió en uno de los grandes mitos de la historia del cine, estaba retirado desde 2002, tras el rodaje de ''Camino a la perdición'', donde compartió escenas con Tom Hanks, a las ordenes de Sam Mendes. En 2006, tuvo otro acercamiento con el séptimo arte al poner voz a Doc Hudson, uno de los protagonistas de la película de animación ''Cars''.


Newman, originario de Shaker Heights, Ohio, nació en el seno de una familia de madre húngara y padre judío alemán. Estudió Economía en el Kenyon College de Ohio y durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como marino en la Armada. Después de la contienda estudió Arte Dramático en Yale.

El teatro constituyó su primera escuela como actor. Newman pasó así por el Actor's Studio, donde coincidió con otros grandes intérpretes como, Steve McQueen, James Dean, Geraldine Page o Marlon Brando. En 1953 debutó en Broadway con la obra ''Picnic'', de William Inge.

Aunque su debut cinematográfico tuvo lugar en 1954 en ''El cáliz de plata'', de Victor Saville, su primer gran éxito en la gran pantalla llegó de la mano del realizador Robert Wise, que le dio el papel principal de ''Marcado por el odio'' (1956) en donde encarnó al boxeador Rocky Graziano. Después su carrera fue consolidándose con títulos como ''El zurdo'' (1958), de Arthur Penn, en el que representaba al legendario pistolero del Oeste, "Billy el Niño".

En esa fecha consiguió otra de sus mejores interpretaciones en ''La gata sobre el tejado de zinc'' (1958), de Richard Brooks, una adaptación de la obra de Tennesse Williams en la que compartió cartel con Elisabeth Taylor. Ese mismo año rodó ''El largo y cálido verano'' junto a Joan Woodward que se convertiría en su segunda esposa y con la que ha formado una pareja de gran estabilidad a lo largo de 50 años. Newman estuvo casado primeramente con Jacky Witte, de la que se divorció en 1958 y que es la madre de sus hijos Scott, Susan y Stephany.

Otros éxitos de su carrera llegaron con ''La ciudad frente a mi'' (1959), de Vincent Sherman; ''Éxodo'' (1960), de Otto Preminger, versión cinematográfica del ''best-seller'' de Leon Uris sobre la formación del Estado de Israel; ''El buscavidas'' (1961), de Robert Rossen; o ''La leyenda del indomable'' (1967), de Stuart Rossenberg. En esa década, concretamente en 1966, logró un enorme éxito en Hollywood con ''Harper, detective privado'', de Jack Smight, una superproducción de cine negro.

Paul Newman trabajó también con otros grandes directores como Alfred Hitchcock (''Cortina rasgada'', 1966), George Roy Hill (''Dos hombres y un destino'', 1969) junto a Robert Redford; John Huston (''El hombre de Mackintosh'', 1973), John Guillermin (''El coloso en llamas'', 1974), Robert Altman (''Buffalo Bill y los indios'', 1976) o James Ivory (''Esperando a Mr. Bridge'', 1990).

A finales de la década de los sesenta, Paul Newman diversificó su actividad dedicándose también a la producción y dirección. A partir de entonces manifestó su deseo por hacer otro tipo de cine, muy centrado en los personajes y menos en la acción. Nacieron así películas como ''Rachel, Rachel'' (1968), ''Casta invencible'' (1971) y ''El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas'' (1972). En 1984 dirigió ''Harry e hijo'' y tres años después ''El zoo de cristal''.

En los ochenta, sus papeles en el cine se fueron acomodando a su edad. Son los años de ''Ausencia de malicia'' y ''Distrito apache: El Bronx'' (1981), de Sidney Pollack; ''Veredicto final'' (1982), de Sidney Lumet o ''El color del dinero'' (1986), con Martin Scorsese en la dirección. El papel del veterano jugador de billar que guía los pasos de una promesa, interpretada por Tom Cruise, la valió el Oscar de la Academia, para el que había sido propuesto hasta seis veces -en 1994 recibiría uno honorífico, por el conjunto de su carrera y por ser uno de los actores con más títulos a sus espaldas-. En 1989 interpretó ''El escándalo Blaze'' de Ron Shelton.

Su carrera ha estado plagada de premios entre los que figuran un Oscar Honorífico en 1985, otro al mejor actor por ''El color del dinero'' en 1986 y el Premio Humanitario Jean Hersholt, también de la Academia de Hollywood, en 1993 además de haber sido candidato a la preciada estatuilla en múltiples ocasiones.

Asimismo, entre otros galardones obtuvo cuatro Globos de Oro (Mejor actor de reparto de serie en 2006; Premio Cecil B. DeMille en 1984; Mejor director por ''Rachel, Rachel'' en 1969 y Globo de Oro a la nueva estrella del año en 1957 por ''El cáliz de plata'').

Por otra parte, el actor ha sido también muy conocido por su desbordante afición por las carreras de automóviles. De hecho, Newman participó profesionalmente en algunas de ellas, al tiempo que montó diversos negocios relacionados con la cocina y la alimentación con los que, en ocasiones, destinó parte de los beneficios a obras solidarias.

Con él se va una de las leyendas de Hollywood, uno de esos actores que hicieron grande el cine y a los que los actuales, sin restarles mérito alguno, jamás podrán hacer sombra. Se han apagados los ojos azules más hermosos del cine. Descanse en paz.

Mjo

martes, 23 de septiembre de 2008

MARTES, 23-09-08 (Hayden contraataca!)

Ojalá enganche otro podium! Se lo merece, después de tanto por saco que le han dado en las dos últimas temporadas.

Hayden quiere aprovechar en Motegi el impulso de su podio en Indy

Nicky Hayden afronta la cita de esta semana con nuevas fuerzas tras su actuación en el Gran Premio Red Bull de Indianápolis. El piloto del Repsol Honda fue uno de los que sacó más partido del complicado fin de semana que vivió el MotoGP en su segunda visita del año a EE.UU. El piloto de Kentucky fue segundo y volvió a subir al podio, un territorio que no había visitado todavía en el curso 2008, en una temporada en la que no han abundado las alegrías.

`Indy nos dio un poco de impulso y vamos a ver si podemos mantenerlo en Motegi. Tengo muchas ganas de correr allí porque quiero terminar la temporada en alto´, ha explicado el piloto.


El Campeón del Mundo de 2006 ha superado la lesión en el pie que le impidió participar en las carreras de Brno y San Marino, y ha clarificado su futuro con el reciente anuncio de su fichaje por Ducati en 2009. Además, tras la cita en Indianápolis, a apenas unos centenares de kms. de su natal Owenboro (Kentucky), el evento de este fin de semana puede contemplarse como un nuevo Gran Premio `de casa´ para Hayden, ya que el Twin Ring Motegi es el circuito de Honda por excelencia. Fue construido en 1998 para celebrar precisamente el 50 aniversario de Honda Motor.

`Se lo debo a Honda, que ha sido una gran parte de mi carrera, así que estaría bien conseguir algunos podios más. Esta será mi última carrera sobre una Honda en la pista de casa, sería fantástico conseguir un buen resultado para toda la gente que ha trabajado conmigo´, ha comentado el piloto sobre sus intenciones en la prueba japonesa.

`La primera vez que corrí en Motegi, en 2003, era un novato. Peleé con Sete (Gibernau), Valentino (Rossi) y Makoto (Tamada), y acabé tercero, mi primer podio en el Campeonato. Pensé `wow´, ésta va a ser una buena pista para mí. Sin embargo, desde entonces realmente no he conseguido gran cosa allí´, ha añadido Hayden, determinado no obstante a corregir sus estadísticas en el trazado nipón.
Quién diga que no es un caballero se merece un sopapo. Después de lo mal que le han tratado en Honda, se quiere ir dándoles algunas satisfacciones... Qué ganas tengo de verle el año que viene en Ducati!!!!

Y en otro orden de cosas... Gillette está haciendo la elección de la promesa del año y da a elegir entre Ricky Rubio (jugador de basquet del DKV Juventut), Sergio García (nadador), Víctor Corrales (atleta) y Pol Espargaró (piloto de 125 cc). Por supuesto, ya os imaginais a quién he votado yo... Os paso el enlace para que le echeis una manita a Pol, para que gane la votación pasando por alto el hecho de que todavía no se afeita mi niño!!!! Pero es el mejor; todos se lo merecen pero Pol más, jejeje. Aquí es donde hay que entrar:
Cuento con vosotros!!!!
Mjo

lunes, 22 de septiembre de 2008

LUNES, 22-09-08 (Qué tiempos aquellos...)


Ay, recordaremos los viejos tiempos...!


Àlex Crivillé volverá a enfundarse el mono

El Campeón del Mundo de 500cc se subirá a la mítica Honda NSR500 para celebrar el décimo desembarco del MotoGP en el circuito de Motegi.


Àlex Crivillé volverá a enfundarse el mono de competición y se subirá de nuevo a su `querida´ Honda NSR500 el próximo sábado, en el marco del décimo aniversario de la presencia del MotoGP en el circuito de Motegi. Varios ex corredores de la fábrica japonesa rodarán con las motos que actualmente reposan en el conocido museo situado en las instalaciones del Twin Ring Motegi. motogp.com ha hablado con el ex piloto del Repsol Honda, quien se muestra entusiasmado antes de volver a sentir el sonido de la NSR500, prototipo con el cuál se coronó Campeón del Mundo en 1999.


- ¿Qué recuerdas de la primera carrera celebrada en 1999 en Motegi?


- ¡Uf! ¡Como llovió! Recuerdo que Kenny Roberts Jr. se escapó rápido al principio y Doohan fue a por él. En mojado, las sensaciones dependen mucho del piloto. Esa fue la segunda carrera del año y quería ser prudente y no arriesgar, aunque quería estar bien situado para cuando el Mundial entrase en Europa. Creo que peleé toda la carrera con Norick Abe y Sete Gibernau. Al final , en mi primera participación, conseguí un cuarto puesto, mi mejor resultado en Motegi.


- ¿Qué recuerdos te trae volver a rodar con una 500cc en Motegi? ¿Estás contento de poder participar en la fiesta?


- Increíbles. Volver a tener la sensación de rodar con una NSR 500 junto a Doohan y Spencer será fantástico además de un placer. Será como rebobinar atrás el tiempo. Con esta moto fui Campeón del Mundo y viví una época gloriosa con ella. Es extraordinario que con ocasión del GP de Japón y del décimo aniversario del circuito de Motegi, sus responsables saquen las motos del museo y las pongan en la pista. `Chapeau´ por los responsables del circuito, por querer mantener viva la tradición del motociclismo. Cuando me lo propusieron acepté enseguida y HRC me propuso en broma si quería poner la moto a punto.


- ¿Te gustaba el circuito?


- Este trazado está muy bien. Tiene dos o tres particularidades que lo hacen único. La recta de detrás, en bajada, y la apurada al final, antes de entrar en el túnel que te conduce a la última sección y donde se deciden la mayor parte de las carreras. Para mí, la primera curva es la más complicada. Es muy difícil trazarla correctamente. Hemos visto y veremos grandes carreras en Motegi.


Àlex Crivillé rodará con otros conocidos pilotos el sábado por la mañana, de 12:30 a 12:50.



Extraido de http://www.motogp.com/


Mjo




viernes, 12 de septiembre de 2008

MIERCOLES, 10-09-2008 (Revelaciones)

En mi vida he hecho muchas tonterías, alguna que otra locura y un montón de cosas absurdas de las que he tenido tiempo más que suficiente de arrepentirme, aunque no siempre lo he hecho. Si no puedes cambiar algo que hiciste en el pasado, déjalo correr. Si la solución es pedir perdón, hazlo aunque sientas que te humillas; igual sacas algo bueno de todo eso o, como mínimo, alguna enseñanza que te sirva de algo en el futuro.

Sin embargo, siempre he tenido la sensación de que era lenta de reflejos, que me pensaba demasiado las cosas aunque pareciera que no. No creo haber corrido más riegos en mi vida que al enamorarme de Juanma, cerrando los ojos durante tanto tiempo mientras esperaba que todo acabara como yo quería. No hubo final feliz, es de sobras conocido, pero no puede decirse que yo no pusiera toda mi carne en el asador ¡y nunca mejor dicho! No me sirvió de mucho, en eso estamos de acuerdo, pero no me arrepiento porque algo bueno hay aunque cueste verlo desde fuera. Yo sé que está ahí y ya no necesito nada más.

Con Dani tampoco ha habido mucha suerte y no negaré que gran parte de la culpa es mía. Descubrir que mis sentimientos hacia él estaban cambiando a una velocidad vertiginosa me sorprendió. Al principio pensé que no era más que un ataque de primaveritas aguda pero al final no me quedó más remedio que reconocer que era algo, mucho más que eso. Sonará exagerado pero fue una especie de shock. Nueve años menor que yo, compañero de trabajo, no hablaba nunca de mujeres (al menos no lo hacía conmigo), independiente… Me rompió los esquemas. No estaba preparada para volver a sentir algo por alguien; a decir verdad, no quería volver a enamorarme nunca. ¿Y qué es lo primero que hago? Caer de morros en mi propia estupidez. Se metió en mi cabeza y en mi corazón como un pequeño vendaval, arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Sólo mi miedo quedó intacto y aunque fui dando pasos diminutos, invisibles al ojo humano, al final todo dio igual porque lo mismo perdí la partida. Dani sale con una… tiparraca que no me caía bien ni antes de saber que le tiraba los trastos. Están juntos desde Semana Santa y aunque yo me empeñé en que no era más que un calentón, a la vuelta del verano no me queda más remedio que pensar que esto va para largo, cerrar este capítulo y encontrar de nuevo la paz interior.

En eso estaba, a ver si por una vez podía hacerlo, cuando se nos ocurrió ir a una Fira Naturista en Sant Pol de Mar. Y ya que estábamos allí, “pasar consulta” con una vidente que había allí. Era barato y no se me pasó por la cabeza ningún motivo para no hacerlo. A la buena mujer se le ocurrió (o vió o presintió o lo que sea) que máximo un año y medio me veía casada. Cada vez que me acuerdo me da un ataque de risa seguido de un ataque de pánico porque primero pienso ¿y por qué no, POR QUE NO?. Luego me sale la respuesta automática: porque en treinta y siete años (desde el 1 de septiembre, gracias) nadie me ha querido lo suficiente para aguantar más de tres meses y a veces tengo la sensación de que nadie lo hará jamás y no vale la pena ni intentarlo, ni pensarlo siquiera…

Después me digo que sólo son tonterías, que esa mujer podía perfectamente haberme tomado el pelo, que yo tendría que seguir con mi vida como si nada hubiera cambiado porque, de hecho, no ha cambiado nada pero cuando miro al frente todo lo que veo es una sucesión de días iguales, fines de semana calcados, noches vacías… Y me da tanto miedo que acabe siendo así que me dan ganas de gritar para anular el ruido que me llena la cabeza.

No sé si la pitonisa tiene o no razón, si realmente vió lo que dijo o sólo me lanzó un tópico, pero me ha hecho ver las cosas de una manera que no esperaba. No quiero eso, quiero algo más que lo que tengo, signifique lo que signifique. Estoy segura que me va a costar hacer lo que me propongo; sé que más de una persona me dirá que estoy loca, que no debería hacer tantas tonterías y aceptar mi vida tal y como está pero no quiero, no quiero, NO QUIERO!!!!!

Quiero hacer algo. Ya os contaré.

Mjo

lunes, 8 de septiembre de 2008

LUNES, 08-09-2008 (La Orden del Temple)


Seguro que todos (o casi todos) hemos oído hablar de los Caballeros del Temple. Desde que Dan Brown escribió “El código Da Vinci” y dio protagonismo a la Orden del Priorato de Sión, el mundo se ha vuelto loco con las órdenes y hermandades secretas o no tan secretas. Que si desaparecieron, que si siguen existiendo en la clandestinidad, quiénes fueron sus mestres, cuáles sus enseñanzas iniciáticas, dónde estaban sus sedes, qué buscaban, qué encontraron y, sobre todo, dónde lo ocultaron. Es un tema fascinante, si te asomas un poquito acabas por caerte dentro de él. Hay tantas ramificaciones que es fácil perderse. Sin darte cuenta, andas perdida entre capas blancas con cruces rojas, espadas que brillan, yelmos que ocultan rostros, rituales y creencias. Me apasiona el tema…

Fue una de las más famosas órdenes militares cristianas, junto con los caballeros sanjuanistas, sus más acérrimos enemigos. Fundada por nueve caballeros franceses, liderados por Hugo de Payens, en 1118, su objetivo era proteger las vidas de los viajeros que peregrinaban a los Santos Lugares después de su conquista. La Iglesia Católica aprobó oficialmente la orden en 1128 y a partir de ese momento, no hizo más que crecer y hacerse más y más poderosa. Caballeros Templarios participaron activamente en las Cruzadas y los que no lo hicieron gestionaron una compleja estructura económica en todo el mundo cristiano. Crearon nuevas técnicas financieras que se conocen como el origen de la banca moderna, y dejaron por todo el Mediterráneo y Tierra Santa inmensas fortificaciones. Además, entre las múltiples leyendas que se les asocian, aparecen como custodios del Arca de la Alianza y del Santo Grial.


Cuando Tierra Santa cayó, arrastró tras de sí a los templarios. Los apoyos a la orden fueron cayendo poco a poco. Se rumoreaba que en realidad no era más que un grupo de herejes cuyos hábitos de culto eran muy diferentes a los cristianos y empezó por todas partes un acoso y derribo que finalizó cuando Felipe IV de Francia, conocido como Felipe el Hermoso, convenció al Papa Clemente V para que tomara medidas contra los miembros de la orden. En 1307 comenzó el proceso de arresto de muchos templarios, a los que primero obligaron a confesar bajo tortura y luego quemaron en la hoguera como castigo ejemplar. En 1312, bajo las presiones de Felipe IV, el Papa decretó la disolución de la orden.

El 18 de mayo de 1314, Jacques de Molay (último gran maestre), Godofredo de Charney (maestre de Normandía), Hugo de Peraud (visitador de Francia) y Godofredo de Goneville (maestre de Aquitania) fueron colocados sobre un patíbulo alzado ante Notre Dame y después de negar las acusaciones de las que fueron víctimas y negarse a aceptar la pena de cadena perpetua por sus supuestos crímenes, al anochecer fueron ejecutados en una pira infame. Sin embargo, antes de desaparecer, el Gran Maestre Jacques de Molay, mirando a lugar desde donde Felipe el Hermoso y Clemente V contemplaban la ejecución, pronunció una sentencia:

“Oprobio, oprobio! Estáis viendo morir a inocentes. Caiga el oprobio sobre vosotros. Dios os juzgará. Papa Clemente, Caballero Guillermo (de Nogaret), Rey Felipe: antes de un año yo os emplazo para que comparezcáis ante el Tribunal de Dios, para recibir vuestro justo castigo. Malditos seréis, todos malditos, hasta la decimotercera generación de vuestro linaje”.

Y así fue. Antes de un año, los tres acusadores habían muerto. Clemente V fue víctima de un “accidente cardiovascular”; Felipe IV perdió a su séquito durante una cacería y cuando lo encontraron, sólo repetía “la Cruz, la Cruz”, muriendo días después sin haber recuperado el sentido y siendo imposible cerrarle los ojos; Guillermo de Nogaret, secretario del Rey, murió supuestamente envenenado por la condesa Mahaut d’Artois. La maldición se cumplió…

Desde entonces, los Templarios son una figura mítica, rodeada de misterios, maldiciones y leyendas que, por mucho tiempo que pasa, no se olvida. Sólo hace falta un empujoncito para que resurjan con todo su esplendor. Novelas, ensayos históricos, películas, comics… Cualquier soporte es válido para resucitar una Orden que, sin duda, fue la más poderosa de su época y que eliminaron porque ese mismo poder les hacía peligrosos.

Y todo este “rollo”, que podréis encontrar muchísimo más ampliado y con mil ilustraciones en internet (os lo recomiendo!), viene a cuento porque sí, casi todo el mundo conoce algo de la historia de los templarios pero… ¿quién conoce a uno de verdad, eh?

Este fin de semana pasado estuvimos en Besalú, en el Mercat Medieval. No había estado nunca en el pueblo y me encantó nada más verlo al bajar del coche. Es un marco perfecto para esa fiesta, lleno de callejuelas, plazas con piedras, suelos de adoquines y edificios antiguos. Allí vimos un espectáculo de duelos entre “caballeros” y “guerreros”. Lo hacía una compañía llamada "Excalibur Teatre", qué apropiado verdad? Y allí, justamente en la Plaça de la Llibertat, me robó el corazón un caballero templario! Era uno de los actores pero a todas, sin excepción, nos gustó muchísimo. Alto, moreno, atractivo hasta con los manchurrones de sangre, fuerte y, por si faltaba algo, el uniforme templario. A ver quién se resistía!!! Yo no, que tengo el umbral de la resistencia muy bajito… Ah, no me creéis? Juzgad vosotros mismos y ya me diréis si la criatura no era como para pedirle que te rescatara de cualquier peligro… ¿Verdad que me queda bien al lado? Ais…

Mjo

viernes, 5 de septiembre de 2008

VIERNES, 05-09-2008 (La historia de María/10)

Me acabo de acordar de que tengo esta historia muy abandonada! Pongamos remedio. Nueva entrega!
Buen fin de semana a todos!
Mjo

Llegaron a la capital un brillante mediodía de principios de septiembre. El tren entró en la estación en medio de chirriar de frenos y silbar de válvulas. Finalmente se detuvo en una vía lateral, junto un andén lleno de personas que miraban con ansiedad los rostros que se asomaban a las ventanillas. Bajaron cargados de maletas y esperanzas, mirando alrededor con los ojos bien abiertos. La gente se arremolinaba con paquetes; algunos se abrazaban y por todas partes se escuchaban palabras de bienvenida. Otros, simplemente, cogían sus bultos y se marchaban sin compañía o miraban alrededor sin saber muy bien dónde estaban ni qué hacían allí.

Encarna llevaba de la mano a los más pequeños, que tenían ganas de echar a correr después de pasar tantas horas encerrados en los vagones atestados. José cogió las dos maletas de cartón y Francisco empezó arrastrar el viejo baúl que contenía la ropa blanca y el San Antonio que su abuelo había regalado a Encarna muchos años antes, cuando ella hizo la comunión. María, por su parte, se peleaba con una cesta donde guardaban la última hogaza de pan, los restos de algunos fiambres y una botella de vino medio vacía. Su mirada cansada apenas podía registrar los detalles que veía; igual que los demás, llevaba demasiadas horas sin dormir y sentía en sus huesos todo el cansancio del mundo. Estuvo a punto de protestar pero se calló en cuanto vio las ojeras de su madre. el vestido negro le colgaba de los hombros. Más delgada que nunca, parecía que iba a desaparecer en un golpe de viento. Miró a su padre buscando una señal de lo que tenía que hacer pero sólo vio que tenía la cabeza alta y que en sus ojos había curiosidad y un leve atisbo de miedo o, quizás, incertidumbre. Fuera lo que fuera lo que les esperara en el futuro, empezarían una vida nueva con el primer paso que dieran fuera de esa estación y ya no había manera de volver atrás. José era orgulloso, ella lo sabía, y no iba a dejar que nadie estropeara la fantasía que tan cuidadosamente había tejido. En ese momento, María tomó la decisión de levantar la barbilla y cuadrar los hombros, dispuesta a afrontar lo que viniera para que su padre jamás tuviera que hacerle el más mínimo reproche.

- Bueno, hasta aquí hemos llegado. ¡Qué ganas tenía de bajarme ya! - Tío Roberto soltó la maleta y se secó el sudor de la frente, resoplando como el mismo tren.- Hay que ver que calor que hace aquí dentro. Dejad las maletas aquí, vigiladlas bien que hay mucho espabilado por aquí. José y yo nos vamos a mirar si ha llegado el Quimet con el carro. Le escribí desde el pueblo porque sé que hace este camino muchas veces, llevando vino. Si ha podido arreglarlo, nos llevará a casa y sin cobrar ni un duro. No os separéis. Encarna, mira que los niños tienen ganas de echar a correr; no vayamos a tener un disgusto por un descuido...

Se perdieron entre el gentío en apenas un instante. Francisco juntó todos los paquetes y pasó un brazo por los hombros de su madre, que sujetaba a Pedro y Antonio con mano férrea para que no se escaparan, para protegerla de un impreciso mal que la acechara. María se sentó en el baúl, cantando bajito y mirando a todos los que se acercaban. Los minutos se deslizaron lentos. El anden seguía siendo un trajín de gente que iba y venía; el tren silbó y acabó por marcharse, dejando una estela de pañuelos blancos que ondeaban en despedidas mudas y luego limpiaban lágrimas de soledad. Un señor vestido con uniforme azul marino y gorra con una insignia sobre la visera se acercó, miró con desconfianza las maletas y a ellos, y después de marchó sin decir nada. A unos metros de allí, una familia parecida también miraba alrededor desconcertada. Una niña de unos diez o doce años se metía el dedo en la nariz y luego lo limpiaba en su vestido descolorido, demasiado grande para ella, mientras observaba a María con descaro. Tenía churretes en la cara, el pelo recogido en una trenza despelucada y los zapatos negros rotos por la punta. María se removió, inquieta; jamás le había gustado ser observada y esa niña desconocida le estaba poniendo nerviosa. Acabó por ponerse de pie y sacarle la lengua. Acto seguido, le dio la espalda y se perdió en la contemplación de la estación.

Sus oídos registraban los silbidos de los trenes que se iban y el chirriar metálico de los que frenaban al llegar a su destino, lo que le parecieron miles de voces que la mareaban. Se alejó unos pasos de su madre y una señora se acercó a ella, creyéndola perdida. Sabía que le había hecho una pregunta por el tono y la expresión del rostro pero no fue capaz de entender lo que le decían, así que dio media vuelta y regresó a su puesto, sentada en el baúl de nuevo. Estaba cansada; sabía que si cerraba los ojos cinco segundos seguidos ya no sería capaz de volver a abrirlos y se esforzaba en mantenerlos bien abiertos. Para distraer el sueño, concentró la vista en el pasillo por el que su padre y el tío Roberto se habían ido, a ver si era capaz de contar cuánta gente entraba antes de que ellos regresaran. Contó hasta setenta y cinco, y el ser que hacia setenta y seis resultó ser José.

Venía hablando con su tío y un hombre bajito, achaparrado y sin afeitar, vestido con unos viejos pantalones negros manchados de barro y una camisa gris remangada hasta los codos. De su boca colgaba un cigarro que, para su sorpresa, no se caía cuando abría la boca. José señaló hacia ellos al acercarse y aquel hombre tiró la colilla al suelo, la pisó con las pesadas botas de trabajo, se pasó las manos por el pelo y dibujó una sonrisa que le dejó los ojos llenos de arruguitas. A María le gustó enseguida.

- Encarna, niños: este es el Quimet.- Todos murmuraron un saludo y Encarna estrechó la mano que se le ofrecía, notándola callosa al tacto; eran manos de trabajador.- Vive muy cerca nuestro y nos llevará en su carro hasta casa. Tardaremos un día, como poco, en llegar así que mejor nos ponemos en marcha antes de que oscurezca demasiado. Pasaremos la noche en una masía de las afueras, donde nos conocen a los dos, y mañana por la mañana seguiremos. Venga, arreando que se hace tarde. Que cada uno coja lo suyo.

Al salir a la calle todos parpadearon, deslumbrados. El sol que iba descendiendo iluminaba con claridad un paisaje que jamás podrían olvidar. Si pensaban que Granada era grande, lo de Barcelona simplemente era imposible de imaginar. Por todas partes veían carros tirados por caballos que ensuciaban las calles, coches que se abrían paso a bocinazos, edificios enormes llenos de ventanas y balcones, árboles en medio del asfalto y gente, gente, gente donde quiera que miraran. Encarna y María miraban boquiabiertas a las mujeres que pasaban por su lado. Algunas vestían como ellas, o casi, pero había otras que llevaban elegantes vestidos de brillantes colores, collares de perlas redondas y perfectas y sombreros con flores o plumas que oscilaban en la brisa de la tarde, con sombrillas de encajes, guantes de suave piel y botines de charol negro. Nunca habían visto nada igual, se sintieron fuera de lugar con sus ropas arrugadas, llenas de polvo, remendadas hasta la saciedad. Encarna se tocó el pelo, colocando un rizo rebelde en su lugar otra vez. Se veía vieja, estropeada y fea, infinitamente fea...

Ella jamás había ido más lejos del pueblo de al lado suyo y, francamente, tampoco pudo apreciar grandes diferencias entre uno y otro. El mismo polvo, el mismo abandono en edificios y calles, el silencio que se dejaba caer y que acaba por aplastar el ánimo de personas y animales... Las mismas caras resignadas, quemadas por el sol que caía en verano y el frío más intenso de los meses invernales, el encogerse de hombros ante las desgracias y cerrar los ojos a los abusos de poder. Mientras caminaba tirando de Pedro y Antonio, que señalaban a gritos todo lo que veían y hasta estiraron las manos para rozar un coche aparcado en la calle, observó con disimulo las caras de los que con ellos se cruzaban. Los hombres andaban a la suya, algunos con bastones de fina madera y sombreros de fieltro negros o grises, pasaban por su lado casi sin verlos; eran, simplemente, unos emigrantes más... Los de su condición los miraban con atención, reconociendo en ellos su mismo recuerdo de años, meses o tan solo días atrás, así que les sonreían con timidez o se llevaban una mano a la gorra como saludo.

Las mujeres eran otro cantar. María vió a un grupo de señoras que vestían con tanto estilo como la señora del cortijo donde durante unos meses prestó servicio. Por su actitud, cualquiera hubiera dicho que la calle era suya; miraban alrededor con abierto desprecio, alguna se llevó un delicado pañuelo de encaje a la nariz al pasar por la puerta de una tienda de comestibles. Olía a cebollas y tomates y ella aspiró con ansia ese aroma, cerrando los ojos y volviendo, por un instante, al huertecillo que detrás de su casa habían cultivado con esmero. Sintió el calor de las lágrimas y respiró hondo, cuadrando los hombros. Al cruzarse con las señoras, la fuerza de la costumbre la hizo ponerse a un lado, inclinar la cabeza y murmurar “buenas tardes”, como lo hacía siempre. Ellas la miraron con horror y se marcharon sin mirar atrás. María se quedó mirándolas, la boca abierta y los ojos asombrados.

- Ni caso, chiquilla, que esas “señoras” son demasiado buenas hasta para hablarse a sí mismas... – le dijo una anciana vestida de negro que cargaba con una pesada bolsa de patatas.- Anda, que te vas a perder...

Echó a correr al darse cuenta de que los demás ni siquiera se habían dado cuenta de que les faltaba una pieza. Siguieron andando durante lo que le parecieron horas y horas, una calle y otra y otra; anchas, estrechas, con edificios altos, llenas de gente y de sonidos. Después de no sabría cuánto tiempo, desembocaron al patio de una construcción enorme, de piedra gris, de dos pisos de altura. En el tejado había cuatro o cinco chimeneas por las que salía un humo oscuro que olía extraño. Muchas personas andaban por allí; algunos llevaban unos carros de madera cargados de botellas de cristal verde y otros hacían rodar toneles por los adoquines. Casi nadie les prestaba atención, todos parecían tener cosas mucho más importantes que hacer que interesarse por ese grupo de gente que arrastraba maletas y bultos. Quimet les explicó que aquella fábrica embotellaba el vino que él traía en su carro, que hacía dos o tres viajes cada semana cuando el mosto ya había sido preparado y allí, en unas bodegas que estaban varios metros bajo tierra, lo metían dentro de las botellas que habían visto cargar y las almacenaban hasta que madurara. Hacían vinos de varias categorías, desde líquidos que eran puro fuego al tragarlo hasta caldos de fino sabor y delicado aroma.
- Los primeros sólo los consumen la gente pobre, nosotros.- Les contaba Quimet, que iba saludando con la cabeza según avanzaban por el patio. A María y Francisco les hacía mucha gracia su acento; marcaba mucho las eles y las vocales sonaban raras, como poco definidas.- Los otros ya son para la gente rica, que quieren lo mejor en su mesa. Son muy caros y pobre del que rompe una botella al transportarlas... Adeu, Manel!!!

Al final llegaron a una nave donde había varios carros; algunos acaban de llegar, otros estaban siendo descargados y dos o tres ya estaban vacíos. Olía a caballo, a fruta madura y por todas partes volaban las moscas. María miraba a su alrededor, asombrada de ver tanta actividad en un espacio cerrado. En su pueblo, ni siquiera en la época de la cosecha había tanto movimiento...

- Bueno, ya estamos aquí.- dijo Quimet. Estaba parado al lado de un carro muy usado, que quizás algún día debió ser rojo a juzgar por los escasos restos de pintura que aún le quedaba.- Roberto, José y yo iremos en el pescante, llevando los caballos. Los niños pequeños mejor que se sienten con usted, Encarna, en el fondo de la caja. Francisco y... ¿María, verdad?, vosotros justo aquí pero sin acercaros al borde, no sea que se rompa el cerrojo y os caigais. Los bultos, a este lado...

Quimet se subió al carro de un salto ágil, se quitó la gorra y le fueron dando los paquetes. Luego ayudó a subir a Encarna y a los niños y, después de asegurarse de que estaban todo lo cómodos que era posible, volvió a bajar. José y Roberto ya estaban sentados delante y en cuanto ocupó su lugar, a las riendas de los dos caballos de tiro, emprendieron la marcha.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MIERCOLES, 03-09-2008 (La memoria)

El 28 de mayo de 2004, la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile decidió levantar la inmunidad a Augusto Pinochet por la llama “Operación Cóndor”. La confirmación de esta sentencia por parte del Tribunal Supremo de ese país significaría que el dictador, que entonces contaba con 88 años, podría ser juzgado por un plan de eliminación física de los opositores políticos en el que también participaron otros países sud-americanos en los que gobernaba una dictadura militar: Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil. No creo equivocarme si digo que la mayoría de los demócratas de nuestro país recibieron esta noticia con una sonrisa en los labios. Tarde o temprano, la justicia tiene que llegar a los que decidieron imponer sus ideas por la fuera, secuestrando, asesinando y haciendo desaparecer a cientos de personas de las cuales no se ha vuelto a tener noticias. Nadie ignora el fenómeno de las Madres de Mayo; en algún momento de nuestras vidas hemos visto las imágenes de esas mujeres portando fotografías de sus maridos, padres, hermanos, hijos, pidiendo no ya que los devuelvan con vida sino saber qué fue de ellos y dónde reposan sus restos. En la mayoría de los casos, sólo quieren darles una sepultura que les devuelva la dignidad que les robaron, poder rezarles en las fechas señaladas y honrar sus memorias sin estridencias de ninguna clase.

Los procesos de reconciliación llevados a cabo en los países sud-americanos que durante la década de los setenta y ochenta vivieron la tortura de un gobierno impuesto por las armas, amparados en un supuesto ataque marxista a gran escala que había de sumirlos en el caos y la destrucción, no tiene nada que ver con la transición política desarrollada en España. En Argentina y Chile se han llevado a cabo procesos para explicar lo que sucedió, intentando no levantar ampollas. Inevitablemente, los partidarios de uno u otro bando elevan sus voces para defender sus opiniones pero la impresión general que yo tengo es que han conseguido cerrar una parte negra de su historia, sin acercar posturas pero conociendo hechos y desenmascarando a los criminales. La gente sufrió tortura, encarcelamiento durante largos años, la desaparición de seres queridos y la condena social por sus ideales pero aún así han perdido el miedo a hablar, a explicar al mundo sus historias de terror, quizás para que los demás aprendamos de ellas y empecemos a respetarnos de una vez por todas, independientemente del color de nuestras ideas políticas.

Hablo desde el desconocimiento que tengo del antes y el después de nuestra Guerra Civil, un periodo de la historia del cual apenas he empezado a saber cosas gracias a la cantidad de libros que últimamente se están publicando. Soy consciente de la dificultad que entraña explicar semejante momento histórico en los colegios, sobre todo porque se puede caer muy fácilmente en defender un bando u otro, sin dejar a un lado el hecho de que tantos años después a más de un estudiante le puede parecer tremendamente aburrido. Quizás yo misma habría pensado lo mismo a los doce años pero ahora, con treinta y siete, lamento profundamente que nadie me explicara que pasó, ni siquiera por aproximación.

Mi interés se despertó gracias a un reportaje de la televisión catalana sobre los “niños perdidos” de la guerra y la postguerra. En dos fines de semana seguidos, mi familia y yo nos quedamos sobrecogidos delante del televisor ya que lo que nos explicaban era cosa nueva. No pude evitar pernsar, al escuchar testimonios de mujeres que habían perdido a sus hijos en las cárceles franquistas, que esa era una parte de la historia que jamás habría pensado que pudiera existir. Cuando hablaban de guerra, pensaba en los hombres que murieron en el frente, defendiendo a la República o al bando Nacional, o bien en los fusilados contra las tapias de cualquier cementerio a medianoche. Pero nunca pensé en las mujeres que quedaron atrás, manteniendo una familia sin hombres, en las que fueron a dar cn sus huesos en las prisiones donde se amontonaban en condiciones precarias, muchas de ellas arrastrando a sus hijos con ellas o bien embarazadas. No podía imaginar que ser hija, hermana, mujer o madre de un “rojo” fuera motivo suficiente para pagar la culpa ajena , llegando a ser juzgadas por incitar una mal llamada rebelión y siendo condenadas a muerte y ajusticiadas. Los hijos de esas mujeres podían ser reclamados por sus familiares pero no siempre eran entregados a ellos. En muchas ocasiones, simplemente iban a parar a orfanatos de Auxilio Social, donde podían ser adoptados o sus nombres cambiados, desapareciendo en el anonimato de una nueva identidad.

Y qué decir de los desaparecidos… ¿En cuántas cunetas de nuestro país se ocultan los restos de personas que salieron un día cualquiera de su casa y no volvieron más? Es de justicia buscarlos y devolverlos a sus familias. No se reabren heridas, puesto que jamás se cerraron. No se vuelve la vista atrás, se revisa un momento de la historia que siempre se ha pasado por alto. ¿Qué mal puede hacer? ¿A quién le molesta que una anciana pueda enterrar dignamente a su padre, a su abuelo, a un hermano? No se buscan culpables para ser juzgados, ese momento pasó hace tiempo y no lo supimos aprovechar. Hoy tenemos libertad para casi todo y, sin embargo, seguimos cerrando la boca y los ojos ante hechos que no deberíamos ignorar ni olvidar. Hay que aprender de la historia para no volver a cometer los mismos errores. Si sirve para los demás ¿por qué no para nosotros? ¿De qué tienen tanto miedo?

Ahora hay que buscar, descubrir e inhumar todas las fosas comunes que se pueda para identificar los cuerpos que ocultan; ahora que parece que las víctimas de aquella represión se atreven a elevar la voz mirando de frente a los herederos (reales o ideológicos) de un régimen dictatorial y sin razón; ahora que muchos de los que propiciaron el Levantamiento ya no están vivos para rendir cuentas de todos y cada uno de sus actos… Ahora, más que nunca y antes de que sea demasiado tarde, nos debemos una explicación serena de nuestra propia historia. No quiero que se abran nuevas heridas ni que las que están cerradas vuelvan a escocer. Sólo quiero que paguen los que deban hacerlo y que se reconozca la ilegitimidad de un gobierno que durante cuarenta años mantuvo el puño cerrado alrededor del cuello del pueblo, abriendo lo justo para dejarles respirar y cerrándolo de nuevo para que no olvidaran quién mandaba. Quiero que me devuelvan el pasado de mi país, que me expliquen porque en Catalunya prohibieron el idioma y hasta las costumbres. Quiero que esas mujeres que murieron protegiendo a los suyos vean reconocido su sacrificio, que no hayan sido sus muertes, y la de tantos otros, en vano. Quiero que los que todavía tienen miedo lo pierdan, que sepan que no están solos, que no son solamente una parte apolillada de nuestro pasado reciente.

Ya no tenemos oportunidad de juzgar como se merecen a los que se rebelaron contra la decisión legítima de un pueblo pero sí podemos hacer justicia a todos los que cayeron defendiendo sus ideales. Y se lo debemos a todos, sin excepción alguna.

mjo



Mjo