LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR AQUELLOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO.

PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

martes, 1 de julio de 2008

LUNES, 30-jun-08 (Hoy, por “la Roja”!)

No es que una tenga muchas cosas que contar. Para mi desgracia, la mayoría sigue exactamente igual y sí, lamento tener que decir que Dani sigue con la zorra, así que no tenía nada que celebrar. Y sin embargo anoche, al filo de las once de la noche, una pandilla de tíos en calzones cortos me dieron una alegría enorme con la que no contaba.

A principios de junio empezó la Eurocopa 2008 en Austria y Suecia. Los que me conocen saben que me gusta el fútbol, que lo he vivido desde pequeña y que soy del Barça. Y también saben que a mí la selección nacional como que ni fu ni fa… no voy a mentir. Me siento más catalana que española por motivos que ahora no vienen a cuento. Si a eso le sumas que el equipo se clasificó casi en el último suspiro y que, por una cosa u otra, siempre la pifian por muy bien que jueguen (un árbitro que nos fastidia, un italiano que le da por romper las narices y cosas así) y cuando todo el mundo ya espera que hagan lo mejor del mundo, pues como que no confiaba demasiado en que hicieran un buen papel. El primer partidor contra Rusia dejaron un buen sabor de boca, marcando cuatro goles y dando un pequeño avance de lo que eran capaces de hacer. El siguiente, contra los suecos, ganaron en el último minuto demostrando que también eran capaces de sufrir y salir con vida del trance. Contra Grecia, con un equipo de suplentes que merecerían estar titulares en cualquier equipo, remontaron un gol en contra y marcaron dos más. Ya estaban en cuartos, el trance maldito donde siempre nos caíamos del mapa.

Ese día, por si faltaba algo, coincidieron muchas maldiciones como por ejemplo que jugaban el 22 y contra Italia que ya nos había cascado alguna vez… Creo que el país entero se hechó a temblar. Jugaron bien, sin complejos delante de los italianos que, para variar, se cerraban atrás y salían al contragolpe asustando pero sin machacar. Los 90 minutos del partido se acabaron y pasaron los treinta de la prorroga sin goles. Los penalties, eso al que todo el mundo llama “la lotería” también nos habían robado la gloria en más de una ocasión. Marcaron el primero e Iker se puso bajo los palos. Contuvimos la respiración y dejamos escapar el aire al ritmo que el mejor portero del mundo (porque lo es, que nadie lo dude!) paró el disparo de los italianos. Marcamos el segundo y ellos también; fallamos el tercero y les paramos el suyo. Si metíamos el cuarto… ¡a semifinales! Un chiquillo (que tiene 20 añitos, por favor!!!) que se llama Cesc Fábregas, mimó el balón mientras lo ponía en el punto de penalti y, como dijo Zsa Zsa Gabor que hacemos las mujeres, retrocedió para coger carrerilla y marcó. Se cayeron en pedazos las maldiciones y todos nos alegramos como nunca antes lo habíamos hecho delante de un equipo de fútbol, fuera el que fuera. A semifinales, a dos pasitos de la gloria, contra los rusos que ya sabían de qué pasta estaban hechos nuestros boys.

El jueves 20 salieron todos al terrero de juego, vestidos con una camiseta dorada como el sueño que compartíamos. En el fondo, empezábamos a creernos que podía pasar, que era posible, que por una vez saldría bien… aunque sabiendo que cuando menos lo esperas, el destino en forma de balón en una portería te desmonta las esperanzas y te envía de un plumazo a la tierra de la desolación. La primera parte fue interesante, se vió un buen juego y oportunidades de gol, más por la parte nuestra y bastante menos por la rusa. La segunda parte… Bueno, quien la vio ya sabe lo que fue. Quien no la vio, que la busque, que la grabe, la vea y la vuelva a ver porque fue un auténtico despliegue de buen juego, a un nivel increíble, que acabó con la recompensa de tres goles y nos puso, de una manera I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E en la final de la copa de Europa, después de veinticuatro años que se perdiera la última que jugaron y cuarenta y cuatro años después de que se ganara la única que hasta ahora adornaban las vitrinas de la selección.

Nuestros rivales, Alemania; el lugar, el Prater de Viena; el día, 29 de junio; la hora, las 20’45; la cadena, Cuatro. Al otro lado de la tele, millones y millones de personas que cruzaban los dedos desde primera hora de la mañana, que sentían que las horas se deslizaban demasiado lentas porque deseaban que llegara el momento para dejar salir los nervios a gritos, a saltos y a puñetazos de rabia si hacía falta. Entre esas personas, Noe, Luisa Rocío y una servidora. De no ver fútbol prácticamente nunca, las niñas se han enganchado al buen juego de la selección. Quedamos a cenar en casa de Noe, mini-altar con velas, tréboles verdes y santería incluido. El árbitro, italiano y macizorro (lo siento, somos mujeres…), pitó el saque de centro… La primera parte empezó mal; los alemanes, verdaderas torres con cara de bestias, parecía que salían decididos a darnos la noche pero en cuanto los nuestros encontraron su sitio en el campo, se acabó lo que se daba. Empezaron a jugar como han demostrado que saben hacerlo y antes de que se acabara la primera parte, el niño Torres, con su cara de pícaro y su velocidad endiablada, toreó a un defensa que confió demasiado, picó el balón por encima del portero y lo mandó al fondo de la red. La pelota en la portería y el país entero en las estrellas. Un grito, eso fuimos. Y saltos y palmas y risas y cuarenta y cinco minutos más por delante para dejar claro que estaban allí para ganar, le pesara a quien le pesara, le sorprendiera a quien le sorprendiera. A media parte cenamos o al menos lo intentamos; hacía tiempo que no estaba tan nerviosa por un partido!!! Desde la última Champions del Barça como poco…

La segunda parte empezó otra vez con dominio alemán, con un Ballack que lucía su planta aún llevando la ceja cosida por un golpe con Senna y que andaba por el campo dispuesto a arrancar la cabeza de un bocao a quien se pusiera por delante. Y de la misma manera, los nuestros decidieron que ya estaba bien de darles confianza, que ya era hora de coger el mando del partido y demostrarles que estaban allí por méritos propios y no por casualidades del destino. Tuvieron oportunidades a porrillo, un balón que rechazó el palo en su base y lo escupió fuera sin que nadie pudiera rematar, la pelota se paseó por delante de la portería sin que Senna acertara a rematar… Sufrimos, necesitábamos un gol que nos diera la tranquilidad y, a pesar de todos los esfuerzos, no llegaba. Se estaba haciendo eterno, qué larga la tortura!!!! De repente, miré el reloj y vi que quedaban sólo diez minutos. Venga, venga, venga que ya son nuestros, que no nos quitan la copa, apretar los dientes y los puños!!!! Todas esas frases hechas, típicas y tópicas, que tanto hemos oído una y mil veces, pasaron por mi mente mientras me tapaba la cara con un cojín como si lo que había en la tele fuera una película de terror y no a una pandilla de tipos corriendo detrás de una pelota plateada. El reloj marcó los noventa minutos reglamentarios y el italiano añadió tres minutos, TRES minutos más!!!! Aguanta la pelota, que no te la quiten, no la eches fuera, resiste que el reloj corre de nuestra parte… y final del partido!!!!!

No creo que escucháramos lo que dijeron o gritaron en la tele. Por el balcón abierto de par en par no entró una brisa de verano sino el grito que, como una sola voz, dejaron escapar cientos, miles, millones de gargantas al mismo tiempo. Cohetes, tracas, petardazos, bocinas, cantos, palmas, bailes, saltos, cava que se descorchaba… alegría desatada y, por qué no decirlo, incredulidad porque hasta ayer por la noche, esas cosas no nos pasaban a nosotros!!!! Pero nos pasan, nos pasan y de qué manera. En el campo los jugadores corrían, se abrazaban, escondían el balón que les llevó a lo más alto y buscaban banderas entre los seguidores que tuvieron la suerte (o la visión, quién lo sabe!) de estar en el Prater viéndolos en directo, acompañándoles en su camino hacia las estrellas. Tuvieron el detallazo de hacer el pasillo a unos jugadores alemanes que pocas opciones tuvieron delante de tantas ganas, algo que hasta ayer no había visto jamás en una competición europea y que les honra porque habla de su modestia, del reconocimiento al mérito del rival y que, al menos a mis ojos, les hace todavía más grandes de lo que ya son. Después, con el camino despejado, subieron los nuestros a recoger las medallas y, como colofón, San Iker Casillas (hay que canonizarlo, no queda más remedio!) alzó la Copa que les acredita como el mejor equipo de esta vieja Europa que cada día ve un país nuevo en su mapa. A este paso, nos quedamos sin colores para señalarlos!!!!!

Hoy han vuelto a España en un avión en el que no me habría subido ni loca; todo el camino dando saltos, bailando, cantando… No sé cómo no les han detenido!!! Y en Madrid la gente se ha echado a la calle para rendirles el mejor homenaje que se les puede hacer: gritar sus nombres, llevar camisetas con sus números, cantar el “Campeones, a por ellos, podemos!!!!”. Me habría encantado estar ahí, pero desde el sofá de casa he podido verlo como en primera fila. Todos, absolutamente todos eran la viva imagen de la felicidad… Hasta Luis Aragonés, que sobrevivió de puritico milagro al manteo de anoche, saltaba y cantaba y aplaudía!!!! Este hombre es una caja de sorpresas, porras!!!! Y en la plaza de Colón, a partir de hoy la Plaza Roja de Madrid, los jugadores han dado rienda suelta a toda la alegría que llevaban dentro, dejando a un lado del cansancio que deben de acumular ya. Y ese Pepe Reina, desatao!!!! Menudo showman se ha perdido el mundo del espectáculo, señores!!!! Este chico, cuando cuelgue los guantes, tiene el futuro asegurado presentando cualquier programa de televisión… menos un telediario, claro! Reina, te adoroooo!!!!!

Ya sé que he dicho que no me identificaba con la selección. Ahora rectifico. NO ME IDENTIFICABA CON LAS SELECCIONES QUE HABIA CONOCIDO, CON ESTA SI!!!! Porque son jóvenes pero sobrada, sobradísimamente preparados; porque han dado una imagen de unidad que pocas veces se ve en el mundo del deporte; porque no ha habido una estrella por encima de los demás sino un equipo que ha luchado, ha sufrido y ha maravillado con modestia; porque da igual de donde viniera cada uno porque todos eran iguales en el campo; porque han hecho creer a un país que ya no creía en nada; porque nos han enseñado que con modestia y tesón se llega a lo más alto; porque a golpe de talento han cerrado tantas bocas como las que después han dejado abiertas de asombro, aquí y en otros países. Y porque teníamos al goleador del torneo, al mejor jugador del campeonato, al portero menos goleado y porque marcaron más goles que ningún otro equipo. Señoras y señores, esta SI es mi selección. Y se llaman Iker Casillas, Pepe Reina, Andrés Palop, Sergio Ramos, Alvaro Albeloa, Carles Puyol, Juanito, Carlos Marchena, Raúl Albiol, Joan Capdevila, Fernando Navarro, Marcos Senna, Xabi Alonso, Rubén de la Red, Xavi Hernández, Cesc Fábregas, Andés Iniesta, David Silva, Santi Cazorla, Sergio García, David Villa, Fernando Torres y Dani Güiza. Delante de todos, Luis Aragonés. Estos son los míos, esta vez, sí. Gracias por hacernos volar tan alto.

Podemos? Ya lo creo que podemos!!!!

Mjo

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