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PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

lunes, 8 de septiembre de 2008

LUNES, 08-09-2008 (La Orden del Temple)


Seguro que todos (o casi todos) hemos oído hablar de los Caballeros del Temple. Desde que Dan Brown escribió “El código Da Vinci” y dio protagonismo a la Orden del Priorato de Sión, el mundo se ha vuelto loco con las órdenes y hermandades secretas o no tan secretas. Que si desaparecieron, que si siguen existiendo en la clandestinidad, quiénes fueron sus mestres, cuáles sus enseñanzas iniciáticas, dónde estaban sus sedes, qué buscaban, qué encontraron y, sobre todo, dónde lo ocultaron. Es un tema fascinante, si te asomas un poquito acabas por caerte dentro de él. Hay tantas ramificaciones que es fácil perderse. Sin darte cuenta, andas perdida entre capas blancas con cruces rojas, espadas que brillan, yelmos que ocultan rostros, rituales y creencias. Me apasiona el tema…

Fue una de las más famosas órdenes militares cristianas, junto con los caballeros sanjuanistas, sus más acérrimos enemigos. Fundada por nueve caballeros franceses, liderados por Hugo de Payens, en 1118, su objetivo era proteger las vidas de los viajeros que peregrinaban a los Santos Lugares después de su conquista. La Iglesia Católica aprobó oficialmente la orden en 1128 y a partir de ese momento, no hizo más que crecer y hacerse más y más poderosa. Caballeros Templarios participaron activamente en las Cruzadas y los que no lo hicieron gestionaron una compleja estructura económica en todo el mundo cristiano. Crearon nuevas técnicas financieras que se conocen como el origen de la banca moderna, y dejaron por todo el Mediterráneo y Tierra Santa inmensas fortificaciones. Además, entre las múltiples leyendas que se les asocian, aparecen como custodios del Arca de la Alianza y del Santo Grial.


Cuando Tierra Santa cayó, arrastró tras de sí a los templarios. Los apoyos a la orden fueron cayendo poco a poco. Se rumoreaba que en realidad no era más que un grupo de herejes cuyos hábitos de culto eran muy diferentes a los cristianos y empezó por todas partes un acoso y derribo que finalizó cuando Felipe IV de Francia, conocido como Felipe el Hermoso, convenció al Papa Clemente V para que tomara medidas contra los miembros de la orden. En 1307 comenzó el proceso de arresto de muchos templarios, a los que primero obligaron a confesar bajo tortura y luego quemaron en la hoguera como castigo ejemplar. En 1312, bajo las presiones de Felipe IV, el Papa decretó la disolución de la orden.

El 18 de mayo de 1314, Jacques de Molay (último gran maestre), Godofredo de Charney (maestre de Normandía), Hugo de Peraud (visitador de Francia) y Godofredo de Goneville (maestre de Aquitania) fueron colocados sobre un patíbulo alzado ante Notre Dame y después de negar las acusaciones de las que fueron víctimas y negarse a aceptar la pena de cadena perpetua por sus supuestos crímenes, al anochecer fueron ejecutados en una pira infame. Sin embargo, antes de desaparecer, el Gran Maestre Jacques de Molay, mirando a lugar desde donde Felipe el Hermoso y Clemente V contemplaban la ejecución, pronunció una sentencia:

“Oprobio, oprobio! Estáis viendo morir a inocentes. Caiga el oprobio sobre vosotros. Dios os juzgará. Papa Clemente, Caballero Guillermo (de Nogaret), Rey Felipe: antes de un año yo os emplazo para que comparezcáis ante el Tribunal de Dios, para recibir vuestro justo castigo. Malditos seréis, todos malditos, hasta la decimotercera generación de vuestro linaje”.

Y así fue. Antes de un año, los tres acusadores habían muerto. Clemente V fue víctima de un “accidente cardiovascular”; Felipe IV perdió a su séquito durante una cacería y cuando lo encontraron, sólo repetía “la Cruz, la Cruz”, muriendo días después sin haber recuperado el sentido y siendo imposible cerrarle los ojos; Guillermo de Nogaret, secretario del Rey, murió supuestamente envenenado por la condesa Mahaut d’Artois. La maldición se cumplió…

Desde entonces, los Templarios son una figura mítica, rodeada de misterios, maldiciones y leyendas que, por mucho tiempo que pasa, no se olvida. Sólo hace falta un empujoncito para que resurjan con todo su esplendor. Novelas, ensayos históricos, películas, comics… Cualquier soporte es válido para resucitar una Orden que, sin duda, fue la más poderosa de su época y que eliminaron porque ese mismo poder les hacía peligrosos.

Y todo este “rollo”, que podréis encontrar muchísimo más ampliado y con mil ilustraciones en internet (os lo recomiendo!), viene a cuento porque sí, casi todo el mundo conoce algo de la historia de los templarios pero… ¿quién conoce a uno de verdad, eh?

Este fin de semana pasado estuvimos en Besalú, en el Mercat Medieval. No había estado nunca en el pueblo y me encantó nada más verlo al bajar del coche. Es un marco perfecto para esa fiesta, lleno de callejuelas, plazas con piedras, suelos de adoquines y edificios antiguos. Allí vimos un espectáculo de duelos entre “caballeros” y “guerreros”. Lo hacía una compañía llamada "Excalibur Teatre", qué apropiado verdad? Y allí, justamente en la Plaça de la Llibertat, me robó el corazón un caballero templario! Era uno de los actores pero a todas, sin excepción, nos gustó muchísimo. Alto, moreno, atractivo hasta con los manchurrones de sangre, fuerte y, por si faltaba algo, el uniforme templario. A ver quién se resistía!!! Yo no, que tengo el umbral de la resistencia muy bajito… Ah, no me creéis? Juzgad vosotros mismos y ya me diréis si la criatura no era como para pedirle que te rescatara de cualquier peligro… ¿Verdad que me queda bien al lado? Ais…

Mjo

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