LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR AQUELLOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO.

PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

miércoles, 2 de enero de 2008

VIERNES, 28-12-07 (Los Santos Inocentes)

...O cómo caer en la trampa que tú misma te has puesto. En eso, seamos realistas, soy muy buena. El mundo se ha perdido una gran actriz dramática, no creo que haya alguien en el mundo tan capaz de convertir en una tragedia griega cualquier cosa que le pase.

La semana pasada me despedí con los dedos cruzados y el corazón latiendo a mil por hora. Había llegado la cena de Navidad de la tienda, Dani llevaba una semana siendo encantacdor y maravilloso, yo tenía un vestido perfecto para esa noche y muchas esperanzas de que ocurriera algo significativo. Durante todo el día tuve la sensación de que se avecinaba un desastre, que algo iba a pasar y que mi noche soñada sería una pesadilla. ¡Por qué no tengo esa premonición cuando relleno la Primitiva o compro un número de lotería! Intenté calmarme, ignorar ese sentimiento de pánico absoluto que tenía y relajarme para disfrutar de la noche y casi lo consigo. Cerramos la tienda a las 19'30 más o menos y me vestí, me maquillé con todo cuidado y me subí a mis zapatos de tacón de 11 cms., dispuesta a comerme el mundo y, de postre, zamparme a Dani.

Como aperitivo, nos pasamos por el italiano a ver si mi disfraz de "femme fatal" funcionaba y la cara de Davide me confirmó que así era. Eso y la copa de vino blanco que me bebí me calmó un poco y, a la hora señalada, nos fuimos al restaurante. Ahora voy a pasarme un poco de creída pero es la falta de costumbre! Me encantó que cuando entré todo el mundo me dijera que estaba muy guapa y elegante. Menos mal! Parecía que el esfuerzo había valido la pena... ¿He dicho "todos"? Bueno, pues rectifico: todos menos Dani, que no había llegado todavía. Nos sentamos a esperar a los que faltaban y cuando él llegó, mi castillo de arena se derrumbó de un soplido. En cuanto le ví supe que no iba a pasar nada o, al menos, nada bueno. Estaba serio, ni me miró, casi ni se acercó, se sentó al otro lado de la mesa y yo sentí que me desinflaba como un globo viejo y gastado. A partir de ese momento, todo fue de mal en peor, hasta que llegó tan hondo que ya no podía ir a más.
Teóricamente, después de cenar nos íbamos a ir de copas con ellos. Al menos, eso es lo que me dijo. En la práctica, lo que pasó fue que se marcharon en cuanto se acabó la cena. ¿Increíble? Ya, pero cierto. Cuando escuché que decía que se iban, se que mi cara demostró lo muy enfadada que estaba y me importó un pimiento. ¡Me dolió como una traición! Se perfectamente que se dió cuenta, no intenté disimularlo a ver si así conseguía que se sintiera culpable al menos durante una décima de segundo. Se fueron a recoger la moto de Albert ¡a Lleida, coño! Un viernes por la noche, lloviendo a cántaros y con un frío de espanto, la manada de tontos se subieron a la furgoneta de la tienda y fueron a recoger una malta moto a las Antípodas para que Albert pudiera correr una carrera al día siguiente... Me dieron ganas de gritar y repartir algunos bofetones, pero me quedé allí sentada, preguntándome en qué momento el guión había cambiado y por qué lo habían hecho sin avisarme. Me bebí dos copas de cava casi de un trago pero no me hicieron el más mínimo efecto. Está visto, esa noche nada podía salirme bien...

Dani me miraba de reojo, sé que notó lo muy enfadada que estaba y creo que no se atrevía a decirme nada, por si acaso. Debía saber lo de la moto desde el primer momento, si no antes, y por eso se comportó tan raro. Y a pesar de todo, más de una vez noté que me miraba y no son imaginaciones. Pepi me lo confirmó. Así que cuando se levantaron de la mesa y dijo "no le doy besos más que a las chicas" tuve que morderme la lengua por no decirle dónde podía meterse sus besos. Y se fue, sin más. Se fue y yo me quedé sentada en la mesa con cara de tonta, una tonta vestida para matar para nada. No sé cómo pude mantener una conversación más o menos normal sobre quién tenía más posibilidades de ganar el mundial de MotoGP en el 2008, ni cómo fui capaz de sonreír cuando lo único que quería era esconderme y llorar la rabia. Sea como sea, lo conseguí.

Pepi y yo nos fuimos por ahí, a un pub que ella conocía por Marià Cubí, lleno de pijos y con música machacona que no consiguió hacerme sentir mejor. Luego vino la odisea de buscar un taxi en una Barcelona donde todo el mundo parecía haberse puesto de acuerdo para salir a la misma hora, y el dolor de pies que acabó siendo insufrible. A las cinco de la mañana, cansada de todo y de todos, llegué a la tienda. Me cambié de ropa, encendí el ordenador y esperé que llegaran las lágrimas y la hora de coger el primer tren de vuelta a casa. Lo segundo llegó a las seis de la mañana, lo primero me dió tregua hasta estar tirada en mi cama, a salvo del mundo. Lo molo es que cuando se presentó el llanto, lo hizo para quedarse todo el día. Dormí y lloré, comí algo, dormí y lloré de nuevo, hablé con Noe y cuando se hizo de noche dejé de lamentarme. Seguía triste y al mismo tiempo enfadada, pero ya no me apetecía soltar más lágrimas. Me había desahogado, supongo, y lo único que quería era que llegara el día siguiente para empezar de nuevo, no sé dónde ni hacia qué, pero dejarlo todo atrás. Y parece ser que lo conseguí.

Las fiestas de Navidad han sido un trasiego de comidas, bebidas y familia que me han dejado el estómago del revés y el alma cansada de tanta hipocresía. Con alguna que otra honrosa excepción, tengo la sensación de que todos actuamos durante horas, para mantener la imagen de familia feliz que en estas fechas tanto se repite. Sin embargo, cada año aprendo un poco más a escuchar menos y quedarme con lo que realmente importa: los recuerdos, las risas sinceras, los halagos que parecen auténticos... y el alivio intenso cuando todo se acaba. Es triste pero real, y no soy la única persona que así piensa. Esto es cada vez más un negocio y menos una reunión fraternal. Y sólo nosotros tenemos la culpa...

El regreso a la tienda fue difícil, ver a Dani por allí me apetecía tanto como que me sacaran una muela sin anestesia, pero creo que el jueves no lo hice del todo mal. Hablé poco y le ignoré tanto como pude, y no creo equivocarme si digo que se dió cuenta de que estaba rara y me dejó a mi aire, buscando conversación sólo cuando era imprescindible. Sin embargo, yo no me sentía tan bien, me daban ganas de preguntarle qué pasó, por qué se había comportado así, pero me dí cuenta de que lo estaba convirtiendo en algo personal y tampoco era como para tomármelo tan a la tremenda. Para más inri, a mediodía me fui a la FNAC para evitar pensar demasiado, y me acompañó un trozo porque bajaba hasta el parking andando. Con la de veces que había intentado que algo así me saliera y cuando menos me apetecía...

Y hoy, cuando ya casi me había olvidado (casi, no hay que pasarse!!!) del tema, ha llegado la explicación que me negué a pedirle. Estábamos hablando con Oscar en la puerta, antes de irme a coger el tren, y comentábamos la cena ya que Oscar no vino porque ese día justamente nació su hijo. No sé muy bien cómo salió el tema, pero Dani dijo "Qué cortada de rollo! Cuando Albert me dijo que se iba a buscar la moto cuando saliera de la cena me cortó el buen rollo". Lo ha repetido varias veces, mirándome, y al final no me he aguantado las ganas y le he preguntado "¿Por qué, tenías planes para después?" y me ha contestado, mirándome directamente, lo que no esperaba: "Pues claro! Ibamos a salir con vosotras y os dejamos colgadas...". A partir de ese momento, no sé qué más ha dicho o que he dicho yo, aparte de dejarle caer que nos deben una y gorda, porque lo único que podía hacer era darme coscorrones mentales por ser tan trágica, tan estúpida, tan... tan yo!!!!!! Ya sé que no significa nada y me habría gustado que me explicara lo que pasaba el mismo día de la cena y no una semana después, pero al menos no es que se rajaran y decidieran largarse sin más. ¿Rendida? No del todo, pero ese sentimiento por Dani sigue estando ahí. Es superior a mí!!!! Cuando llegué a Calatayud, ví que tenía una llamada perdida suya y le llamé incluso antes que a mi padre para que viniera a buscarme. Con el frío que hacía, porras!!!! Había tenido una duda a la hora de crear una garantía pero ya la había resuelto. Sin embargo, la conversación fue... normal, como las que habíamos tenido hasta entonces. Las cosas volverán a su cauce, lo sé perfectamente, y sé también que para olvidarle necesitaré tiempo y distancia. Sin embargo... Sin embargo, sigue ahí. Está ahí, y no quiero que desaparezca... hasta que tenga que hacerlo, al menos.

mjo

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmmmmh... hace muxos dias que nos tienes abandonaos, y con la intriga... Keremos saber!!
Besitos wapa
MaRiEtA