LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR AQUELLOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO.

PIERDE EL MIEDO, DA UN PASO ADELANTE...

viernes, 3 de agosto de 2007

Viernes, 3-agosto-2007 (La frase de Trix)

"A veces pienso qué hubiera pasado si yo no llego a mirar los anuncios de aquel día. ¿Seguiría soñando sin poder hacer realidad mi sueño? Y aquel día lo hice y, de repente, ¡allí estaba!"


Con el periódico en la mano y la boca abierta, leí una y otra vez aquellas palabras que me habían dejado sin aliento. "Se vende/alquila piso céntrico, calle X, en finca modernista recién rehabilitada, alto con ascensor, dos habitaciones, exterior, cocina equipada, ac-calefacción, balcón. A particular, agencias no. Urge. Razón..." y un número de móvil que acabé por aprenderme a fuerza de releerlo durante los veinte minutos que duraba mi trayecto en metro de cada mañana, paradas técnicas "por causas ajenas a la empresa" aparte. Hacía tiempo que pasaba por delante de aquel edificio y siempre que me tocaba pararme en el semáforo, los ojos se me iban a su magnífica arquitectura. No tenía nada que ver el hecho de que algunas mañanas viera salir a un soberbio ejemplar de lo que la genética humana, debidamente remezclada, puede hacer con el cuerpo de un hombre, pero para qué mentir... A quién se le iba a escapar aquel cuerpo, aquellos ojos verdes que miraban sin verme mientras se cruzaba conmigo en la carretera. Cualquier día, pensaba algunas veces, me quedaré plantada enmedio de la calle y los coches se me llevarán por delante porque nunca había visto un chico tan increíblemente atractivo ni tan enfadado con el mundo. Un mañana le ví gruñir a un señor que, despistado, se chocó con él al girar la esquina. Siempre llevaba el ceño fruncido y solía mirar al frente como si alguna preocupación inmensa le robara el sueño y la paz. Era un misterio y una tortura verle y, poco a poco, acabó siendo también una pequeña obsesión. Pensaba en él mucho, muchísimo, inventando historias para no dormir o románticas hasta el empalago, sin término medio. Reconozco que hasta yo me precupaba a veces, no era lógico tanto desvelo por alguien de quién ni siquiera conocía el nombre! Así que intenté gastar mis energías en algo más útil y decidí que ya tenía edad de vivir a mi aire. Hice sumas y más sumas y llegué a la conclusión de que podía hacerlo. Era increíble que ahora, justo cuando había empezado a plantearme la posibilidad de independizarme (a una edad digamos algo tardía...) porque mi sueldo me lo permitía aunque fuera de una forma contenida, en encontrara con ese anuncio. No tenía ni idea de cómo iba a pagar lo que seguro pedirían por él, pero sí sabía que tenía que preguntar para, al menos, quitármelo de la cabeza. Así que cogí el móvil en cuanto salí del metro, marqué los nueve números y esperé que alguien me contestara, mientras me mordía los labios igual que hago siempre que estoy nerviosa. No contestó nadie y yo ya llegaba tarde, así que decidí dejarlo para más tarde y metida como estaba en ese tema, ni siquiera fui consciente de que mi misterioso transeunte no apareció.

El día simplemente pasó y lo mejor que puedo decir es que sobreviví; en verano es una locura trabajar en mi sector porque todo el mundo decide que es el momento perfecto para comprarse una moto. Dieron las ocho de la tarde y antes de que nadie me dijera "necesito que te quedes", apagué el ordenador y las luces, me colgué el bolso y salí pitando de allí. Casi sin darme cuenta, andé hasta quedar delante del edificio. Alcé la vista y ví un cartel de "Se vende/se alquila" en el balcón del ático y el número que salía rotulado era el mismo teléfono al que yo había llamado. Durante un momento pensé que era mejor dejarlo, que si nadie había contestado ni me habían llamado durante el día era porque no estaba en mi destino que yo viviera allí; sin duda, alguien lo interpretaría como una señal de la divina providencia, yo prefería pensar que no llamé en el momento adecuado. Así que volví a marcar el número y después de cinco tonos, cuando estaba a punto de colgar y gritar de frustración (y de paso, plantearme lo de las señales...) una voz de hombre, profunda y seca, me contestó. Le dije mi nombre, que había visto el anuncio en el periódico y que me gustaría que me informara un poco más. Aquella voz me dijo que lo mejor era que fuera a ver el piso, que era la primera persona que se ponía en contacto con él para ese tema y que quizás eso me daba preferencia sobre los que se interesaran después. Me pareció una buena idea esa de ir por delante de los demás, cuando casi toda mi vida he ido a remolque del mundo o, como poco, unos pasitos por detrás de todos, así que cuando quiso saber qué día me iría bien pasarme para ver el piso no me lo pensé mucho y le dije que ese momento era perfecto si él no tenía inconvenientes. Soltó una risita que me sonó irónica y contestó que ese momento era tan bueno como cualquier otro, me dijo el piso, que me esperaba en media hora y antes de que tuviera tiempo de decirle que estaba en la puerta, colgó. Qué tipo tan antipático, pensé, mejor me espero un poco porque si me presento en cinco minutos igual me arranca la cabeza de un mordisco.


Me senté en el café de la esquina para hacer tiempo y pedí un batido de fresa que me sirvieron con mucha nata y una guinda dulce. La verdad es que por un instante me sentí culpable por haberlo pedido, teniendo en cuenta que estaba haciendo régimen, pero estaba tan bueno que se me olvidó enseguida el remordimiento. Estaba saboreando la guinda cuando ví entrar al misterioso transeunte. Llevaba un jersey negro que destacaba todavía más sus ojos verdes, y unos tejanos desgastados que le quedaban como un guante. No exagero si digo que todas las chicas se quedaron mirándole como si fuera el primer hombre que veían y me dieron ganas de levantarme y gritarles que yo le había visto primero pero para qué... Se dirigió a la barra, saludó al camarero por su nombre y le pidió un café con hielo. "No tengo tiempo para tomarlo caliente, me acaba de llamar una chica que quiere venir a ver el piso y como es la primera persona que se interesa... maldita la gracia, por eso, ojalá no tuviera que irme de ahí" le escuché decir, y supongo que siguió hablando pero yo ya no le oí, porque estaba demasiado ocupada en disimular mi asombro. Madre mía, qué clase de broma era ésa? Resulta que el piso que iba a ir a visitar era suyo, que iba a entrar en su territorio y que era posible que acabara conviertiéndolo en mío!!! El territorio, no el chico... Y volví a hacerme la misma pregunta de siempre: ¡cómo es posible que me meta en semejantes líos yo solita!!!! Pensé y pensé y volví a pensar qué hacer pero en ningún momento me plantee la posibilidad de no acudir a la cita; eso habría sido una imperdonable falta de educación... y además un desperdicio. Iba a conocerle, por fin, y a ver un lugar donde podría ir a vivir para empezar a volar yo sola. Mientras yo le daba vueltas al tema, él pagó su café con hielo, se despidió con un gesto de la cabeza y se marchó seguido por un húmedo suspiro femenino que cargó de electricidad el aire del local y a mí me arruinó el batido. Me levanté enfadada, pagué mi consumición y le fui de allí.


Andé despacio hasta llegar a la portería. No tuve que tocar el timbre porque salía un anciano respetable que me aguantó la puerta hasta que entré y luego me saludó con una inclinación de cabeza y una sonrisa burlona. Me encantó el gesto, me recordó a mi abuelo. Subí al ascensor, que era nuevo pero del mismo estilo antiguo del resto, pulsé la tecla del ático y me concentré en comportarme. Cuando llegué a mi destino, respiré hondo y toqué el timbre. "Voy", dijo alguien desde dentro, y antes de darme cuenta, me abrió la puerta. "Tú!", gritó. Luego carraspeó, cambió el tono de su voz y dibujó una sonrisa que quiso ser encantadora y a mí me puso los pelos de punta. "Quiero decir, tú debes ser la chica que me ha llamado, Clara, ¿no es así?". Casi en un susurro le confirmé que era yo y luego nos quedamos en silencio, él mirando varios centímetros por encima de mi cabeza y yo con los ojos clavados en el suelo de parquet. Por suerte para mí, él reaccionó antes que yo, me tendió la mano, me dijo que se llamaba Alex y me invitó a entrar.


(y mañana, más, que me caigo de sueeeeñooo!!!!)

mjo

1 comentario:

Trixi dijo...

Por dios tía no vuelvas a hacerme esto de dejarme así a medias eh??? Acaba esto en seguidita porque me estoy subiendo por las paredes!!!
Qué maravillosa imaginación tienes! Me encanta! Y ahora que hago para quitarme esta sensación de intriga que me ha quedado en el estómago?